Fernando Sarmiento Quintero,1 Verónica Botero,2 Daniel D´Agostino,3 Laura Delgado Carbajal,4 María Rita Dewaele Olivera,5 Celina Guzmán,6 Edgar Játiva,7 Graciela Teresita Martin,8 Milton Mejía Castro,9 Lourdes Ortiz Paranza,10 María Cecilia Pabón Uego,11 Luis Peña Quintana,12 Rubén E Quirós Tejeira,13 Nelson Ramírez Rodríguez,14 Margarita Ramonet,15 Juan Rivera Medina,16 Marta Sanabria,17 Claudia P Sánchez Franco,18 Lidia Patricia Valdiviezo19
1 Universidad Nacional de Colombia – Fundación HOMI. Bogotá, Colombia.
2 Fundación Valle de Lilí. Cali, Colombia.
3 Hospital Italiano de Buenos Aires. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
4 Centro Hospitalario Pereira Rossell-Endoscopía Digestiva. Montevideo, Uruguay.
5 Hospital Pereira Rossell. Montevideo, Uruguay.
6 Universidad Iberoamericana, Hospital La Católica. San José, Costa Rica.
7 Universidad Central del Ecuador. Quito, Ecuador.
8 Hospital Dr A L Castelán de Resistencia Chaco. Corrientes, Argentina.
9 Hospital infantil de Nicaragua. Managua, Nicaragua.
10 Universidad Nacional de Asunción, Facultad de Ciencias Médicas. Asunción, Paraguay.
11 Hospital San José de Melipilla. Santiago de Chile, Chile.
12 Hospital Universitario Materno-Infantil, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, CIBER OBN. Gran Canaria, España.
13 Children’s Hospital & Medical Center. Liver Team, Omaha. Nebraska, Estados Unidos.
14 Universidad Mayor de San Andrés. La Paz, Bolivia.
15 Universidad de Morón. Provincia de Buenos Aires, Argentina.
16 Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima, Perú.
17 Hospital de Clínicas Universidad Nacional de Asunción. Asunción, Paraguay.
18 Universidad Nacional de Colombia-Fundación HOMI. Bogotá, Colombia.
19 Universidad Científica del Sur. Hospital Nacional Docente Madre Niño San Bartolomé. Lima, Perú.
20 Hospital de Niños “Ricardo Gutiérrez”, Facultad de Medicina (UBA). Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
Revisaron y corrigieron: Cristina Galoppo20 y Luis Peña12
Nuestro agradecimiento al doctor Valerio Nobili, quien entregó al texto definitivo, sus opiniones y sugerencias.
Acta Gastroenterol Latinoam 2016;46: 246-264
Recibido: 29/10/2015 / Aprobado: 28/06/2016 / Publicado en www.actagastro.org el 03/10/2016
Resumen
Paralelo a la obesidad, la enfermedad por hígado graso no alcolólico (EHGNA) y su progresión a esteatohepatitis (EHNA), se ha convertido en la enfermedad hepática más frecuente en niños y adolescentes. La cirrosis puede ser el evento final en la evolución de esta enfermedad por lo que es importante establecer el diagnóstico en niños con sobrepeso y obesidad. Objetivos. Reunir en un solo escrito los avances en diagnóstico, estrategias para su orientación clínica y manejo de los niños afectados, y a partir de esta revisión, impulsar proyectos de investigación colaborativos en Latinoamérica. Métodos. La SLAGHNP/LAPSGHAN, con la responsabilidad de un editor/coordinador, quien escogió contenido y junto con lo autores la bibliografía con la mejor evidencia, convocó a los asociados a desarrollar esta revisión y se procedió a editar y unificar los contenidos propuestos. Resultados. Se establece claramente la gravedad de la EHGNA/EHNA, como una nueva enfermedad del hígado en niños, así como la poca información que tenemos de ésta en Latinoamérica, al contrario de EE.UU., donde se ha establecido que es la hepatopatía más prevalente en niños. Se reafirma la utilidad de la química sanguínea e imágenes, y aunque se desconoce cuándo está indicada, se establece que la biopsia de hígado es el patrón de oro. Conclusiones. Es importante, oportuno y pertinente tomar la iniciativa del estudio y seguimiento en Latinoamérica de una patología que por su progresión tan rápida planteará en un futuro a mediano plazo un problema de salud pública para toda el área. Debe iniciarse a la brevedad un registro latinoamericano, con los aportes de cada país, liderado por la SLAGHNP/LAPSGHAN, para establecer la epidemiología, determinar su sospecha desde la clínica y seleccionar los exámenes complementarios adecuados y posibles para el diagnóstico de certeza.
Palabras claves. Niños, adolescentes, hígado graso no alcohólico, esteatohepatitis no alcohólica, síndrome metabólico.
Non-alcoholic fatty liver disease (NAFLD): Review and update. Working group of the Latinamerican Society of Pediatric Gastroenterology, Hepatology and Nutrition (LASPGHAN)
Summary
Along with obesity, non-alcoholic fatty liver disease, and its progression to esteatohepatitis, have become the most frequent liver disease among children and teenagers. Since cirrhosis could be an outcome of this condition, it is urgent to test for it in overweight and obese patients. Objectives. To compile in a single article strategies for clinical coaching and handling of children with this condition. On the basis of this revision, to promote research projects. Methods. SLAGHNP/LAPSGHAN, under responsibility and supervision of an editor/coordinator who chose contents and references with the best evidence, called its associates to perform this revision, after which edition and unification of the contents proposed. Results. The severity of EHGNA/EHNA is established as a new infant liver disease and the lack of information on it in Latin America is noted unlike the United State, where its status as the most prevalent hepatopathy among children has been already established. Usefulness of blood chemistry tests and images is emphasized; although it has not been established when it should be recommended, it is clear liver biopsy is the gold standard for detecting the disease. Conclusions. It is important to start in Latin America research and follow-up programs on this disease, whose rapid progression will be continentwise a public health concern in the near future. A latin american register should be started under leadership of SLAGHNP/LAPSGHAN to establish this liver disease’s epidemiology, establish a clinical diagnosis and choose adequate complimentary tests to confirm diagnosis.
Key words. Children, adolescentes, non alcoholic fatty liver disease, non alcoholic steatohepatitis, metabolic syndrome.
Objetivo y metodología
Este trabajo de revisión obedece al interés de la Junta Directiva de la Sociedad Latinoamericana de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (SLAGHNP/ LAPSGHAN) de impulsar no solo el trabajo interdisciplinario, sino de colaborar con la actualización de sus asociados, con un trabajo en el que intervinieron gastroenterólogos pediatras, nutrólogos, nutricionistas y hepatólogos que trabajaron poniendo su conocimiento, interés, tiempo y dedicación para que esta revisión y puesta al día del conocimiento de una de las más frecuentes y graves complicaciones de la obesidad, cumpla el obejetivo de velar por la salud de nuestros niños en Latinoamérica, al ampliar el conocimiento de los médicos y nutricionistas que están dedicados a su cuidado.
La sociedad convocó a sus asociados a conformar el grupo de trabajo para desarrollar esta revisión y con la responsabilidad de un editor/coordinador, se escogió contenido y, en cojunto con los autores, se seleccionó la bibliografía con la mejor evidencia. Una vez seleccionada, se procedió a distribuir los temas de un contenido previamente elegido, para luego editarlos y unificarlos.
Por último, con estas palabras preliminares, quiero expresar mi reconocimiento a la junta directiva, en especial a su presidente, el Dr Eduardo Hebel, por su fructífera tarea de intercomunicar con esta iniciativa a todo el continente y España. De igual manera a todos y cada uno de los colaboradores, que con su empeño, compromiso y la más alta calidad académica, hicieron posible el feliz término de esta revisión y puesta al día.
Introducción
La enfermedad por hígado graso no alcohólico (EHGNA) es un espectro que abarca desde la esteatosis simple, incluye la esteatohepatitis no alcohólica (EHNA), y llega a la cirrosis y sus posibles complicaciones. Es una entidad cada vez más frecuente, si bien la prevalencia y la incidencia son desconocidas tanto en niños como en adultos en Latinoamérica. Esta realidad debe ser considerada para acordar protocolos tendientes a unificar criterios diagnósticos y terapéuticos. En estas circunstancias, es oportuno y urgente que nuestros países realicen el esfuerzo de actualizar conocimientos que permitan el desarrollo de la investigación.
La epidemia de obesidad que azota al mundo ha puesto al descubierto otro tipo de enfermedades y comorbilidades. De éstas, la más grave es el depósito de grasa en el hígado, que va de la esteatosis o enfermedad de hígado graso no alcohólico (EHGNA), o NAFLD de la sigla en inglés, a la hepatitis grasa llamada esteatohepatitis no alcohólica (EHNA), o NASH de su sigla en inglés, hasta la cirrosis.1
La esteatosis o EHGNA es actualmente considerada como la hepatopatía crónica más frecuente en EE.UU., tanto en niños como en adultos, con una prevalencia e incidencia que van en aumento. El diagnóstico temprano, así como la implementación de estrategias de prevención y tratamiento, son actualmente importantes desafíos pediátricos con el objetivo de llegar con precisión al diagnóstico, combinando los antecedentes familiares, las pruebas del laboratorio y estudios de imágenes.2 El estudio histológico en conjunción con el resto de los parámetros clínicos y bioquímicos establece el diagnóstico. La biopsia hepática es la única que puede distinguir la presencia de esteatosis, determinar la actividad inflamatoria, estadificar la fibrosis y efectuar diagnóstico diferencial con otras entidades. Sin embargo, al ser un procedimiento invasivo y con cierto riesgo, su utilización no puede plantearse como estudio de tamizaje ni de seguimiento, planteando un nuevo desafío.3
La enfermedad aún no está bien documentada en nuestra región, su reconocimiento está basado en general por pequeños estudios, basándose en la clínica y biopsias hepáticas, pero dada la diversidad y los escasos reportes, sus conclusiones son incompletas.
La biopsia hepática es necesaria pero tiene sus limitaciones y riesgos, y el tiempo de su indicación no está lo suficientemente aclarado. Progresivamente se han desarrollado e incorporado nuevos estudios para investigar el grado de esteatosis, inflamación y fibrosis, pero paralelamente la elaboración de una norma o guía será un paso esencial para obtener resultados útiles y llegar a un objetivo común.
Antecedentes
Definición
La EHGNA es considerada por algunos autores como la presentación hepática del síndrome metabólico (SM).4, 5 Si bien es más frecuente en escolares y adolescentes, se han reportado casos en pacientes hasta de 3 años debido al importante aumento de sobrepeso y obesidad, siendo esta condición y la insulinorresistencia el mayor riesgo para desarrollarla.
El término esteatohepatitis no alcohólica fue usado por primera vez en 1980,6 al describirse un patrón que recordaba la hepatitis alcohólica en adultos en ausencia de ingesta de alcohol. Tres años después se reportó por primera vez en niños.7 La EHGNA se define en la biopsia hepática como la infiltración grasa de más del 5% de los hepatocitos, no explicada por otras etiologías como: hepatitis B, C, o hepatitis autoinmune, medicamentos, enfermedades metabólicas, fibrosis quística, ingesta de alcohol y enfermedades genético-metabólicas.4-6
Como ya se mencionó, la histololgía es por el momento el estudio que más se aproxima a la definición de EHGNA y EHNA.
Historia y evolución
La primera referencia de la EHGNA la realizó el patólogo de la Clínica Mayo J Ludwing en 1980, que describió a 20 pacientes adultos con una condición clínico-patológica en la que los hallazgos histológicos correspondían a una hepatitis alcohólica, pero sin el consumo de alcohol y de causa desconocida.6 Estaban afectos de esteatohepatitis con disfunción hepática, depósito graso, hepatitis lobular, necrosis focal, cambios inflamatorios, cuerpos de Mallory, diversos grados de fibrosis y en 3 pacientes cirrosis. Los autores ya vislumbraban su asociación con obesidad y diabetes.
En la infancia la primera referencia se remonta a 1983 por JR Moran, que describe 3 niños obesos con elevación de las aminotrasferasas, dolor abdominal inespecífico y biopsia hepática con criterios de EHNA.7
Historia natural de la enfermedad
En general, se considera que los pacientes con esteatosis simple presentan un relativo curso clínico benigno sin progresión histológica, que puede incluso revertir,8 especialmente con la pérdida de peso, o progresar a EHNA y fibrosis como se ha reportado en algunos estudios.9 La presencia de EHNA se convierte en un factor de riesgo para el desarrollo de fibrosis y cirrosis, con cifras que oscilan entre el 8% al 59% en diferentes series publicadas, así como hepatocarcinoma,8-16 mientras la fibrosis avanzada se asocia con un incremento de la mortalidad, independientemente de los factores de riesgo conocidos.17-19
Por otra parte, existen factores étnico-genéticos y ambientales que parecen influir en la evolución; los pacientes afroamericanos tienen menor prevalencia de EHGNA y la fibrosis es menos severa que en los pacientes caucásicos e hispánicos,20 a pesar de un grado similar de obesidad, esteatosis hepática e insulinorresistencia. La evolución a hepatocarcinoma en niños no tiene antecedentes y solo se ha reportado un caso asociado, sin que pueda afirmarse que hizo parte de la esteatosis o corresponda a comorbilidad.21
La prevención de la EHGNA se basará preferentemente en el control de los factores de riesgo modificables como el sobrepeso y los hábitos de vida no saludables, la prevención del bajo peso al nacimiento y la promoción de la lactancia materna.22
Epidemiología
Los principales factores de riesgo para esteatosis hepática son el sobrepeso y la obesidad.23 El estudio de Pajuelo en Perú presenta una prevalencia de sobrepeso y obesidad en niños menores de 5 años de 6,9%, siendo mayor en las áreas metropolitanas, y en Argentina del 20% de sobrepeso y del 5,4% de obesidad en adolescentes.24 En Colombia la prevalencia de exceso de peso (sobrepeso y obesidad) en niños y niñas de 5 a 17 años es del 17,5%.25
La prevalencia de la EHGNA en adultos se ha calculado entre el 20-30% de la población general en los países del occidente asiático y EE.UU.,26, 27 pero la prevalencia global en niños es desconocida. El mayor acercamiento se hizo en un estudio en San Diego entre 1993 y 2003 sobre 742 autopsias en el que encontraron grasa en el hígado en el 13% de las biopsias, definida como mayor del 5%. La prevalencia de hígado graso entre los 2 y 19 años fue del 9,6%, pero subió al 38% en los niños que tuvieron obesidad.28
Los grupos de riesgo para EHGNA en adultos han sido definidos por un aumento del índice de masa corporal (IMC), el síndrome metabólico y la resistencia a la insulina. En pediatría el principal factor de riesgo lo constituye la obesidad.29-32 En 41 adolescentes, quienes tenían un promedio de 59 de IMC, 83% tenían EHGNA y el 20% cumplía criterios histológicos para EHNA.29 En Latinoamérica las cifras son más bajas posiblemente por diferentes condiciones. En Cuba en un estudio en 44 niños obesos entre los 4-16 años, el 48% tenían hígado graso,33 y en Venezuela los estudios muestran una prevalencia promedio de 65% entre niños con sobrepeso y obesidad.34
Los diferentes grupos étnicos también han mostrado prevalencias variables de hígado graso. Los niños hispanos tienen mayor prevalencia de EHGNA que los niños afroamericanos a pesar de que las tasas de obesidad en las dos poblaciones son similares.31, 32
Patogénesis
Tanto la EHGNA como la EHNA son procesos generalmente asintomáticos, por lo tanto, todo paciente con un IMC ≥ 2DE o ≥ 25 kg/m2 debe ser investigado. La gama de este proceso va de solamente acumulación de grasa en el hígado o esteatosis hepática a la presencia de diferentes grados de inflamación con o sin fibrosis, esteatohepatitis. Una vez que la fibrogénesis se presenta, existe el riesgo de progresión a cirrosis.
La patogénesis de la EHNA no es del todo conocida. Probablemente, la teoría más aceptada es la de los “dos golpes”. Todo comienza con la acumulación de grasa en el hígado (primer golpe), lo que conduce a un estrés oxidativo (segundo golpe) que produce inflamación en el hígado.35 La acumulación de grasa se produce por la resistencia a la insulina que lleva a la acumulación de triglicéridos en el hígado. Su acumulación en el hepatocito ocasiona cambios a nivel de la mitocondria, que lleva a falla funcional y producción de radicales libres, que a su vez producen estrés oxidativo, lo cual lleva a la inducción de una respuesta inflamatoria con el riesgo de fibrogénesis.
Una vez establecida la esteatosis, existe el riesgo potencial de desarrollar inflamación o hepatitis, que no evoluciona a fibrosis en todos los casos.3 Los ácidos grasos libres pueden inducir algunas lipogenasas microsomales de los citocromos p-450 que llevan a la producción de radicales libres que son hepatotóxicos y conducen a la inducción de inflamación.35
El patrón inflamatorio de la EHNA en niños es diferente al de los adultos.36 El proceso inflamatorio y de fibrosis inicial en los adultos ocurre en la zona 3 o perisinusoidal, y en los niños, aunque se produce también en la zona 3, es más intenso y más frecuente en la zona 1 o periportal. En forma especulativa esta diferencia estaría explicada por un posible factor hormonal en el momento en que la acumulación de grasa tiene lugar en relación a la pubertad.37
El riesgo de desarrollar esteatohepatitis también parece estar influido por el proceso de inflamación sistémica que ocurre en los niños obesos, por la elevación de la leptina y disminución de los niveles de adiponectina.38
Subsecuentemente, el proceso inflamatorio crónico conlleva al desarrollo de fibrosis; la inflamación crónica estimula la activación de las células estrelladas y progenitoras hepáticas, activación que conduce a una reacción a nivel del ducto biliar con la posterior instalación de fibrosis periportal39 y su progresión a cirrosis.3
En resumen, la obesidad puede llevar a acumulación de grasa en el hígado en relación a la resistencia a la insulina y otros fenómenos asociados a ella. La acumulación de grasa en los hepatocitos puede causar daño a nivel mitocondrial, lo cual lleva al aumento de los radicales libres en un ambiente con disbalance antioxidante. Estos radicales libres inducen un proceso inflamatorio en el hígado o esteatohepatitis. Finalmente, la inflamación crónica induce fibrogénesis y la potencial progresión a la cirrosis.
Factores de riesgo
Obesidad. La obesidad ejerce un impacto negativo sobre la EHGNA en todos los aspectos y estadios de la en fermedad. La mejor evidencia de esta relación es el efecto benéfico que se logra en su manejo, cuando se pierde peso y se mejora el estilo de vida.35, 40
Resistencia a la insulina. Es considerada como un componente fundamental en el desarrollo del síndrome metabólico, que eventualmente puede terminar en diabetes mellitus tipo 2 (DMT2). Tanto la EHGNA como la EHNA están muy ligadas a la resistencia a la insulina, y la relación entre SM y EHGNA41 está plenamente reconocida, puesto que facilita la acumulación de grasa tanto en tejido adiposo abdominal subcutáneo y tejido adiposo abdominal visceral, como en el hígado.
Género. Más común en niños que en niñas (relación 2.1),42 explicado aparentemente por el efecto protector hepático de los estrógenos, que además facilitan la función de la insulina.43, 44 Así como los estrógenos protegen, los andrógenos ejercen un potencial rol negativo al agravar la EHNA.45
Origen étnico. El riesgo relacionado con el origen étnico se ha investigado en grandes poblaciones multiétnicas. Se considera que la prevalencia de hígado graso no alcohólico es más alta en la población de origen hispano (45%) y es más baja entre los afroamericanos (24%). Los caucásicos muestran una prevalencia intermedia (33%).28 Las diferencias étnicas podrían relacionarse con los diferentes grados de resistencia a la insulina, así como de adiposidad central visceral y el índice de masa corporal equivalente, pero también pueden ser el resultado de la genética, así como los factores socioeconómicos, incluyendo el tipo de dieta, el ejercicio y el hábitat.20, 46
Alimentación. En pacientes obesos con EHGNA, la grasa se acumula en el hígado anormalmente en forma de triglicéridos, que se derivan de la lipólisis del tejido adiposo en un 60%, de la lipogénesis de novo en el 26%, y un 15% de la dieta en forma de quilomicrones.47 En este depósito anormal, el desequilibrio dietético entre los ácidos grasos omega-6 y omega-3 parece ser un factor determinante. La fructosa que se consume cada vez más como aditivo en bebidas comerciales puede alterar el metabolismo de los lípidos. Existe evidencia que prueba que el consumo elevado de fructosa desencadena un incremento de la lipogénesis de novo, dislipidemia, resistencia a la insulina y obesidad con depósito de grasa central;48, 49 este estímulo a la lipogénesis de novo, contribuye en el depósito de grasa en la patogénesis de la EHGNA.
Otros factores. En general se reconoce que tanto los factores genéticos como ambientales contribuyen en la patogénesis de la EHGNA. Recientemente hay alguna evidencia según la cual en la etiopatogenia de la EHNA también participan los cambios en la microbiota intestinal y los antioxidantes. La absorción y también la malabsorción de la fructosa pueden alterar la microbiota con las repercusiones correspondientes a nivel hepático.50
Cuándo y cómo sospechar EHGNA/EHNA
La identificación oportuna de los niños con sobrepeso y obesidad es necesaria para evitar el desarrollo de SM y sus complicaciones. La única forma de orientar el diagnóstico de SM es tener en cuenta los criterios que lo definen: obesidad central o abdominal visceral, hipertrigliceridemia, hipertensión arterial (HTA), niveles bajos de colesterol HDL, hiperglicemia e insulinorresistencia.51-55 Para algunos autores la EHGNA forma parte del SM, como definición, y para otros, éste es un factor de riesgo para desarrollarla. En cualquiera de las dos situaciones, todas las estrategias encaminadas a impedir la aparición de SM son igualmente válidas para disminuir el riesgo de EHGNA.
Se han documentado predictores en el examen físico tan sencillos como la acantosis nigricans, marcador bien conocido de resistencia insulínica que pudiera ser signo orientador de EHGNA en más del 90% de los casos.56, 57 Los biomarcadores circulantes, entre los que se destaca la adiponectina, catapepsina-D y citokeratina-18, han mostrado su utilidad para diferenciar entre inflamación simple del hígado y esteatosis.58, 59
De acuerdo con la EPSGAHN, a todos los niños obesos mayores de 3 años se les debe realizar ultrasonido abdominal y función hepática como herramienta válida para identificar infiltración grasa del hígado.1 Asimismo el ultrasonido ha mostrado ser, en pacientes obesos, una buena herramienta para reconocer a quiénes se debe realizar biopsia hepática y confirmar el diagnóstico.60 Igualmente, la circunferencia de la cadera, masa grasa y grasa visceral, tienen una significativa correlación para detectar EHGNA.60
Acercamiento al diagnóstico
Diagnóstico clínico
Los numerosos factores que predisponen a la EHGNA dificultan los esfuerzos para diseñar una adecuada orientación para su diagnóstico. La aplicación del algoritmo propuesto en la Figura 1 tiene el objetivo de efectuar un manejo más adecuado.61
El hallazgo casual o no de un incremento de los niveles séricos de alaninoaminotransferasa (ALAT) y/o la presencia de uno de los factores de riesgo (obesidad, sobrepeso, dislipidemia, resistencia a la insulina e hipertensión arterial), debe sugerir la presencia de EHGNA; por lo tanto, se deben solicitar pruebas de función hepática para determinar la presencia de hepatitis: si los niveles de ALAT se normalizan en un período de 6 meses, los niños deben mantenerse bajo observación y realizar tratamiento preventivo (alimentación adecuada y ejercicio); si en cambio, la elevación de ALAT persiste por 6 o más meses, se deben excluir otras causas (hepatitis, ingesta de alcohol, factores genéticos, entre otros) y continuar el estudio con biomarcadores e imágenes. Sin embargo, el hallazgo de una función hepática normal con aminotransferasas normales, no excluye el diagnóstico ya que pueden estar normales o elevarse de forma intermitente, como se ve en la práctica clínica habitual, con el riesgo de diferir el diagnóstico.62 Junto con las pruebas hepáticas se debe hacer una ecografía abdominal sin olvidar que puede quedar sin diagnóstico entre el 5 al 30%.63
En las situaciones que aporten evidencias compatibles con EHGNA, la indicación es dieta hipocalórica y supervisada junto con cambios en el estilo de vida (actividad física controlada), y el potencial uso de medicamentos. En aquellas que no se encuentre una correlación, se requiere la biopsia hepática para confirmar el diagnóstico de EHGNA, antes de comenzar con un tratamiento apropiado (Figura 1).
Figura 1. Algoritmo diagnóstico.
Diagnóstico bioquímico
Se deben realizar pruebas bioquímicas en todos los pacientes que tengan sospecha de EHGNA y con mayor fundamento si tienen factores de riesgo reconocidos: género masculino, etnia hispana, edad de transición a la pubertad, sobrepeso y obesidad, alteraciones metabólicas como SM y resistencia a la insulina. De los pacientes con EHGNA, un porcentaje alto tiene criterios de SM, lo que la hace la representación hepática del SM. Entre las definiciones de SM ya señaladas, la FID en el 2007 publicó criterios pediátricos para el SM que se resumen en la Tabla 1 y sirven para orientar en la clínica las pruebas en sangre que se deben solicitar al paciente con criterios de sospecha, junto con la tensión arterial y la CC.64 El diagnóstico del SM requiere la presencia de obesidad central y dos de los otros cuatro factores.
Tabla 1. Orientación para la interpretación bioquímica de la definición de la FID en niños y adolescentes.
Glucemia e insulina: resistencia a la insulina
Varios métodos se han utilizado para determinarlas desde la curva de tolerancia oral a la glucosa, relación glucosa/insulina en ayunas y el índice de sensibilidad a la insulina cuantitativa. El modelo de homeostasis para la resistencia a la insulina (Homeostasis Model Assessment: Insulin Resistence HOMA-IR, por sus siglas en inglés) es el método más certero para cuantificarla,65 y se calcula: HOMA-IR = insulina en ayunas (μU/ml) x glucosa en ayunas (mg/dl) /405.
Se presentan los valores de corte. Prepúberes: niños: 2,67 (sensibilidad 88,2%, especificidad 65,5%), niñas: 2,22 (sensibilidad 100%, especificidad 42,3%). En adolescentes niños: 5,22 (sensibilidad 56%, especificidad 93,3%), niñas: 3,82 (sensibilidad 77,1%, especificidad 71,4%).65 Otros estudios en niños han definido globlalmente el corte de HOMA-IR > 4,39.66
Función hepática
Se recomienda la determinación sérica de enzimas hepáticas, particularmente ALAT, como parte del estudio inicial a estos pacientes.67 La Academia Americana de Pediatría ha recomendado, para el tamizaje de EHGNA en niños con sobrepeso (IMC ≥ 1DE) y obesos (IMC ≥ 2DE), la medición bianual de ALAT.68 Hace algún tiempo, se emitieron estándares, aún vigentes, basados en evidencia para niveles normales de ALAT. En niños: ≤ 25 U/L y niñas: ≤ 22 U/L, según la Encuesta Examinadora Nacional de Salud y Nutrición III, que incluyó sólo niños sin factores de riesgo para enfermedad hepática subyacente.69
Perfil lipídico. La prevalencia del SM y prediabetes aumenta con el aumento de la grasa hepática, y las determinaciones séricas de variables asociadas son fundamentales para la aproximación diagnóstica.65 Los triglicéridos, el colesterol VLDL y el colesterol LDL altos, con un colesterol HDL bajo, son la norma en los sujetos con esteatosis hepática.70, 71
Componentes de autoinmunidad. En algunos casos se debe ser cuidadoso en la interpretación de los anticuerpos autoinmunes, puesto que se ha determinado que en el espectro de EHGNA pueden encontrarse elevaciones discretas de anticuerpos antinucleares (ANA ≥ 1:60), y anticuerpos anti-músculo liso (ASMA ≥ 1:40), que usualmente asociados a niveles normales de IgG, descartan hepatitis autoinmune.72, 73
Otros marcadores en EHGNA. Finalmente se han estudiado una serie de marcadores séricos como la citokeratina-18, que es marcador de apoptosis asociado a esteatohepatitis. Varios estudios han demostrado que la determinación de sus fragmentos puede identificar pacientes con esteatohepatitis con relativa precisión.74, 75
Diagnóstico por imágenes
En el diagnóstico de EHGNA la imagenología es uno de los recursos más utilizados por su seguridad y amplia disponibilidad a pesar del costo elevado a excepción de la ecografía, que además tiene la capacidad de detectar signos de hipertensión portal. Se utilizan 4 diferentes técnicas: ecografía, tomografía computarizada (TC), resonancia magnética (RM) y elastografía.
La ecografía hepática se constituye en el examen más utilizado por su nula invasividad y por su buena correlación con los cambios histológicos, con la limitación de no detectar esteatosis por debajo del 30%. Se clasifica de 0 a 3, orden basado en los cambios que se observan de acuerdo al porcentaje de grasa depositada, siendo grado 0 o normal, sin ecorrefringencia hepática; grado 1 o leve, con cambios mínimos de la ecorrefringencia con normal visualización del diafragma y de los bordes de la porta; grado 2 o moderada con cambios moderados de la ecorrefringencia y mínima alteración de la visualización del diafragma y de los bordes de la porta; grado 3 o severa con hiperrefringencia, pérdida de la visualización del diafragma y de los bordes de la porta, con difícil identificación del segmento posterior del lóbulo derecho.76 Para llegar a la comprensión de la ecografía, es necesario repasar la clasificación histológica en la que se contemplan tres ítems: esteatosis, inflamación lobulillar y balonamiento, con puntaje de 0 a 3 los dos primeros y de 0 a 2 para el tercero para un máximo de 8 puntos, Tabla 2A y 2B, y aparte la fibrosis con puntaje de 0 a 4.77 En detalle la esteatosis se define como: 0 ≤ 5%; 1 ≥ 5% a 33%; 2 ≥ 34% a 65%; y 3 ≥ 66%; cuando el paciente tiene esteatosis grados 2 y 3 la ecografía es capaz de detectarla con una sensibilidad y especificidad del 80% y del 86% respectivamente,76 cuando el depósito de grasa en el hígado está por encima del 30%. En resumen, la ecografía o ultrasonografía tiene un rendimiento moderado.78
La TC es una técnica que revela una imagen ecogénica dada por la infiltración de grasa en el hígado, basada en las características de los rayos X de penetrar los tejidos con valores de atenuación denominados unidades de Hounsfield que disminuye la densidad del parénquima y que se comparan con los valores de atenuación del bazo. No ser operador dependiente es su principal característica, pero ocasionar notable exposición a irradiación que es la desventaja.79
La RM ofrece imágenes para la cuantificación de la grasa con una adecuada exactitud sin ninguna invasividad o exposición a radiación, y al contrario de la ecografía, tiene la capacidad de discriminar la esteatosis y la fibrosis. Resulta ser el método imagenológico más certero, con un costo alto que lo limita.80
La elastografía por ultrasonido (FibroScan) y elastografía por resonancia magnética hepática son técnicas de ultrasonografía que miden la velocidad de propagación de ondas de radiofrecuencia a través de un tejido. Específicamente en EHGNA/EHNA, inicialmente se ha empleado el FibroScan para evaluar el grado de fibrosis hepática,81 y el poder diferenciar la fibrosis independiente de la grasa y la inflamación, aumenta su rendimiento. La elastografía por ultrasonido se basa en la disminución de la velocidad de la transmisión de las ondas de radiofrecuencia en la medida en que el hígado aumente su consistencia por la infiltración de grasa; se ve afectada por el aumento de IMC y no puede detectar los grados de esteatosis.82 La elastografía por resonancia magnética se contempla como un método de mayor rendimiento que el FibroScan y no baja su rendimiento con el espesor de la grasa abdominal subcutánea.83 En resumen, estas técnicas novedosas están en experimentación y faltan estudios para determinar su real utilidad en niños.
Diagnóstico histológico
El estudio de la biopsia hepática es la prueba de oro porque identifica con certeza los cambios grasos; además de evaluar la inflamación (esteatohepatitis) y distinguir el grado de fibrosis, determina la evolución de la misma a la cirrosis.84 Incluye la presencia mixta de macro y microvacuolas con el predominio de las primeras, con desplazamiento del núcleo en más del 5% de hepatocitos, balonización, inflamación portal y perisinusoidal, megamitocondrias, cuerpos acidófilos y acumulación de glucógeno en los núcleos, con fibrosis que puede ser porto-portal y porto-centro-lobulillar o perisinusoidal.
Schwimmer caracterizó la esteatosis y la esteatohepatitis, y diferenció el compromiso hepático con el adulto, sugiriendo dos tipos de patrones histológicos: el tipo 1, semejante al adulto con hígado graso mixto, con o sin fibrosis perisinusoidal e inflamación lobular; y el tipo 2 descrito predominantemente en el 51% de los niños con esteatosis macrovesicular con componente inflamatorio portal, sin balonización, con o sin fibrosis.85
El Instituto Nacional de Diabetes, Enfermedades digestivas y Renales patrocinó un Programa de Investigación para desarrollar el puntaje de actividad de esteatosis (EHGNA) denominado NAS (Tablas 2A, 2B y 3).77, 86
Indicación de la biopsia
La edad del paciente es fundamental; cuando el paciente tiene un diagnóstico ecográfico de hígado graso, o alteraciones en el hepatograma con alteración enzimática, se la debe considerar en los siguientes escenarios:87
- Menores de 3 años: luego de descartar exhaustivamente enfermedades genéticas, metabólicas y sindromáticas.
- Entre 3 a 10 años: si hay obesidad y se descartan enfermedades virales, tóxicas, autoinmunes, metabólicas (enfermedad de Wilson).
- En mayores de 10 años: si la ecografía y el hepatograma no se han modificado luego de 6 meses de manejo con cambios en el estilo de vida (alimentación y actividad física), la obesidad es central visceral o hay antecedentes familiares de síndrome metabólico.
La histología que no debe ser propuesta como tamizaje y se debe acompañar de: cociente aminotransferasas/ plaquetas, concentración en sangre de vitamina D, fibrotest y FibroScan. En todos los casos se deben descartar enfermedades tratables, tener un seguimiento ordenado secuencial, dar manejo médico integral por lo menos por 6 meses y considerar pronóstico y riesgo, antes de ordenar la biopsia. En las Tablas 4A, 4B y 4C se detalla la clasificación de Brunt.85, 86, 88
Diagnóstico diferencial
La resistencia a la insulina es un hallazgo común en EHGNA y en consecuencia varias de las características clínicas asociadas tales como la obesidad, la DMT2 y dislipidemia son comorbilidades frecuentes en los niños que la padecen.2, 89
En todos los casos se deben descartar en el diagnóstico diferencial otras etiologías que incluyen enfermedades nutricionales, infecciosas, metabólicas y tóxico-medicamentosas, que puedan cursar con esteatosis hepática. Las pruebas de laboratorio incluyen: serología para las hepatitis virales A, B y C, HIV, niveles de ceruloplasmina, acil-carnitina, test del sudor, α-1antitripsina y estudio genético (genotipo), auto-anticuerpos antinucleares, anti-músculo liso, IgG, anti-transglutaminasa IgA, anti-microsomales hepáticos y renales, anti-mitocondriales, y estudios para errores congénitos del metabolismo (lactato/piruvato en orina, ácidos orgánicos y aminoácidos en suero) y deficiencia de lipasa ácida.90 En la Tabla 5 se enumeran las causas de hígado graso en niños.
Manejo integral
Manejo general: intervención sobre los factores de riesgo, cambios en el estilo de vida.
Los factores de riesgo para el desarrollo de hígado graso no alcohólico en niños y adolescentes se pueden dividir en:91
- No modificables: constitucionales, sexo masculino, etnia hispánica92 y genéticos.
- Modificables: constitucionales (obesidad visceral, resistencia a la insulina, deficiencia de estrógenos) y dietéticos (alta ingesta de fructosa, sacarosa y ácidos grasos omega 6 y baja ingesta de ácidos grasos omega 3).93
Los factores predictivos de evolución de esteatosis a cirrosis son: circunferencia de la cadera, hiperglicemia, hipertensión arterial, hiperinsulinemia en ayunas y el aumento de las enzimas hepáticas.94 Las intervenciones sobre los factores de riesgo y cambios en el estilo de vida se resumen en la Tabla 6.
El descenso de peso tiene un efecto favorable sobre la mejoría significativa en los biomarcadores de estrés oxidativo y el patrón de omega 3, asociado a la capacidad de su biosíntesis que tiene un rol central en el tratamiento de la obesidad y alteraciones metabólicas ocasionadas por la esteatosis hepática. Como las comorbilidades (síndrome metabólico, pre-diabetes y DMT2) empeoran la severidad del hígado graso,91 el ejercicio físico es el mayor y más eficiente estímulo para disminuir el depósito de grasa. El ejercicio físico estimula la biogénesis mitocondrial (el tejido muscular metaboliza más del 75% de los azúcares y las grasas), lo que incrementa notablemente la sensibilidad a la insulina,95 con el aumento del número de transportadores de glucosa musculares GLUT 4, disminuyendo la resistencia a la insulina. En un plan de alimentación, la reducción de la ingesta de sacarosa y fructosa podría ejercer un efecto benéfico dado que la fructosa, podría tener un rol como pro-inflamatorio a nivel hepático.96
Tabla 6. Estrategias en el tratamiento de EHGNA.
Manejo farmacológico
Los cambios en el estilo de vida son hasta ahora la terapia más aceptada en EHGNA y comorbilidades asociadas,97 pero en algunos casos se requiere la administración de terapia farmacológica como parte del manejo para impedir la progresión de la enfermedad. Se utiliza como coadyuvante en pacientes que no tengan buena respuesta a las modificaciones en el estilo de vida.98, 99 Entre las ayudas farmacológicas que se han ofrecido se destacan:
- Vitamina E y D: la eficacia de la vitamina E no es mayor que la que produce la modificación en el estilo de vida y no es superior al placebo en cuanto al cambio de los valores de ALAT, pero se ha demostrado en la histología la mejoría en la balonización hepatocitaria.100, 101 Mientras que para la vitamna E hay evidencia razonable para estar utilizándola desde hace más de una década, aún no se ha establecido si la deficiencia de la D tiene efecto sobre el metabolismo de los lípidos.102, 103
- Metformina: es un agente que aumenta la sensibilidad a la insulina, disminuye la producción de glucosa en hígado y aumenta la utilización de la misma en el músculo; pero al igual que la vitamina E, no tiene mayor eficacia que los cambios dietéticos y el estilo de vida.104
- Ácido ursodeoxicólico: podría ser un hepatoprotector, al evitar el daño mitocondrial que producen las sales biliares activando vías antiapoptóticas y al favorecer las funciones inmunomoduladoras. Su uso en niño con EHGNA no ha demostrado beneficio.105
- Probióticos: se conoce de antemano que la alteración del epitelio intestinal, en su función de barrera, aumenta el nivel de toxinas en sangre y éstas a su vez pueden coadyuvar con el daño inflamatorio en la esteatosis; los probióticos, al mejorar la función de barrera e impedir el sobrecrecimiento bacteriano, disminuyen la endotoxemia y podrían ser factor protector en la patogénesis de la EHGNA, mejorando los valores de ALAT, independientemente del IMC.106
- Ácidos grasos poliinsaturados: tienen efectos antiinflamatorios y además aumentan la sensibilidad a la insulina en los tejidos periféricos; a largo plazo (2 años) disminuyen los niveles de triglicéridos y mejoran los valores de ALAT.107
Nuevas terapias
- Inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina: la utilidad de los IECAS se basa en la capacidad que tiene el sistema renina-angiotensina sobre la sensibilidad a la insulina, por lo que su bloqueo podría, como se ha demostrado en algunos ensayos, disminuir los niveles de ALAT y la lesión necroinflamatoria en las biopsias.108
- Las combinaciones de vitamina E más DHA y de estas dos con Colina son estrategias en curso. En estudios separados a la fecha, están pendientes sus resultados.98
Se debe tener en cuenta que, con el incremento de la obesidad en niños, la EGHNA potencialmente puede llegar a EHNA, por lo que se debe estar alerta para hacer prevención.
El futuro en el manejo del hígado graso
Modificación de la microbiota intestinal – Probióticos
En los últimos años numerosos investigadores han sugerido la modulación de la microbiota intestinal por probióticos, prebióticos y simbióticos como un posible enfoque para la obesidad y el hígado graso no alcohólico.106
Existen numerosos reportes, tanto en niños con sobrepeso como con obesidad, que demuestran que el intestino presenta una alteración en la microbiota intestinal109, 110 o disbiosis, que explica por qué el papel de la microbiota intestinal en la EHGNA ha ganado considerable atención.111 Como ya se señaló en la EHGNA hay disrrupción de la barrera intestinal y producción de diversas sustancias pro-inflamatorias con actividad directa a nivel hepático, situación que se conoce como teoría eje hígado-intestino.112 Además, la microbiota intestinal podría estar fuertemente influida por el consumo de grasas y azúcares refinados, lo que estimularía al sistema inmunológico innato, iniciando la cascada inflamatoria.106 Son numerosos los trabajos que confirman los efectos benéficos de los probióticos.111, 113 Se ha demostrado que los niños obesos con EHGNA tratados con Lactobacillus GG evidenciaron una significativa disminución (hasta normalización en el 80% de los casos) en los valores séricos de ALAT,113 además del colesterol total, lipoproteína de alta densidad, TNF-α, con mejoría de la sensibilidad a la insulina.112
El efecto benéfico de los probióticos se demuestra cada vez con mayor fuerza, y el VSL#3, multicepas y especies, es el más estudiado en EHGNA.114 Su administración por 4 meses redujo el contenido graso del hígado evaluado por ecografía, así como una disminución significativa del IMC.105 Además del efecto sobre la grasa hepática, se ha reportado disminución de sustancias pro-inflamatorias, TNF-α, interleuquina-6 y lipopolisacáridos.115
En resumen, la restauración de la microbiota intestinal podría resultar en la normalización de la permeabilidad intestinal, aumento en la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) y hormonas intestinales anorexígenas (incluyendo GLP-1 y GLP-2),112 así como la mejoría de la sensibilidad a la insulina.106
Pentoxifilina, silimarina y bitartrato de cisteamina
Pentoxifilina: es un derivado de las metilxantinas, con propiedades hemorreológicas y es usado comúnmente en el tratamiento de la claudicación intermitente, mejora la flexibilidad de los glóbulos rojos, disminuye la viscosidad, mejora la glicolisis aeróbica y el consumo de oxígeno en los tejidos isquémicos. Además, en estudios humanos y animales se ha mostrado como un inhibidor no específico de la fosfodiesterasa, dando como resultado varios cambios fisiológicos a nivel celular: incrementa los niveles de AMP cíclico y disminuye el gen transcriptor del TNF-α, afectando varios pasos de la vía de citoquinas-quemoquinas. Como en modelos humanos y animales con EHGNA se encuentran incrementos séricos del TNF-α entre las citoquinas proinflamatorias, la pentoxifilina se ha planteado como un posible tratamiento.116
Silimarina: Es un derivado de la planta Silybum marianum,117 es un antioxidante natural usado en forma general durante siglos para enfermedades hepáticas.118-120 Algunos reportes usando solo silimarina o en combinación con otros agentes en pacientes con EHNA han mostrado beneficios, pero son estudios limitados, la mayoría a reportes de medicina alternativa. Estudios realizados en ratas sugieren estabilización en la membrana mitocondrial e inhibición del estrés oxidativo.118, 121 Sin embargo, faltan estudios para recomendar su uso en humanos.119, 120
Bitartrato de cisteamina: es una pequeña molécula de aminotiol que es fácilmente transportada a través de la membrana celular.122 Se ha usado en cistinosis y actúa reduciendo la acumulación intralisosomal de cisteína; también tiene efecto antiapoptótico y antioxidante.123 En el manejo de la EHGNA, específicamente en niños, la terapia con cisteamina por 24 semanas redujo las aminotransferasas, la adiponectina total, la leptina y fragmentos de citoqueratina, mecanismos invocados para explicar su beneficio.123, 124
Receptores toll-like
Los receptores toll-like (TLR por sus siglas en inglés) son proteínas transmembrana que pertenecen a una de las 4 familias de los denominados receptores de reconocimiento de la inmunidad innata. No solo se encuentran en las membranas celulares de los macrófagos y de las células dendríticas; también están presentes en las membranas de células epiteliales, endoteliales y fibroblastos, que sin ser células especializadas en la inmunidad innata, participan del proceso de respuesta inflamatoria. También algunos TLR se expresan en los linfocitos T.125 Los TLR reconocen epítopes bacterianos, virales o fúngicos, y partículas endógenas de daño celular, participando en los mecanismos de autoinmunidad y en la respuesta injerto contra receptor.126 Los TLR tienen que ver con el daño hepático, al participar en el estímulo que activa las citoquinas proinflamatorias TNF-α, IL-, e IL-6. Además de los linfocitos, la activación del sistema inmune vía TLR dentro de los monocitos juega un papel importante, por ejemplo, en la fisiopatología de la DMT2.127,128 La expresión de los TLR se ha observado en todos los tipos de células hepáticas: hepatocitos,129, 130 células de Kupffer,129-131 células endoteliales sinusoidales,132 células estrelladas hepáticas,133 células epiteliales biliares,129 así como las células inmunes dendríticas del hígado.132
De la misma forma como la síntesis de TNF-α, IL-6 e IL-1, puede ser estimulada por el aumento de glucosa y de ácidos grasos circulantes en distintos tejidos, además del adiposo, incluyendo hígado y músculo; también se activa por el estímulo de los TLR, acciones que sumadas en la EHNA llevan a inflamación y fibrosis progresiva. En las enfermedades crónicas del hígado, incluyendo NASH, la permeabilidad intestinal resulta alterada por la disfunción de las uniones estrechas epiteliales, la cual sugiere una exposición permanente a altos niveles de TLR, ligados a productos bacterianos provenientes del intestino que podrían llevar a la lesión hepática.134 Al mismo tiempo, el IL-1β estimula en las células hepáticas estrelladas la producción de fibrosis,135 y los TRL-2 en ausencia de colina participan en la inflamación y fibrosis del hígado, siendo las células de Kupffer las que expresan el TRL-2.136
Por otro lado, para explicar el daño hepático cuando el paciente ingiere dietas ricas en grasas, se ha observado en pacientes con EHNA con altos niveles de triglicéridos en sangre, la presencia de ácidos palmítico y esteárico ligados a TLR-4.137 En particular, el ácido laúrico se ha encontrado en el inicio de la señalización del TLR-4 a nivel de la línea de los macrófagos.138 A pesar de lo demostrado, es claro que se requiere mayor investigación.
Receptores de ácidos biliares (Farnesoid X receptor)
El receptor nuclear de ácidos biliares (Farnesoid X Receptor) FXR (gen NR1H4) es una proteína que pertenece a la superfamilia de receptores nucleares que son activados por ligandos y se consideran sensores metabólicos.139 El FXR está involucrado principalmente en la regulación de la homeostasis de los ácidos biliares, así como también en el metabolismo de otros lípidos y de la glucosa, funciones preventivas de tumorogénesis hepática e intestinal, regeneración hepática, mantenimiento de la integridad de la barrera intestinal y atenuación de efectos producidos por enfermedades colestásicas, a través de dos vías (principal y secundaria).140 Sus cuatro isoformas se expresan de manera específica en cada tejido; en hígado aparecen predominantemente dos FXRα1 (+) y FXRα1 (-).141 Recientemente han sido publicados estudios en fase 2 de investigación en adultos que apoyan el uso del ácido obeticólico (OCA), conocido también como INT-147 (derivado 6α etílico del ácido quenodeoxicólico CDCA), agonista selectivo de primera clase del receptor nuclear de ácidos biliares (FXR), a una dosis de 25 mg/día durante 72 días.142 Los resultados han mostrado incremento de la sensibilidad a la insulina, regulación de la homeostasis de la glucosa, modulación del metabolismo de los lípidos, efectos anti-inflamatorios, con disminución de la balonización hepatocitaria y anti-fibróticos con consecuente disminución de los marcadores de inflamación y fibrosis hepática en adultos con diabetes y EHGHA/EHNA.143 En niños esta terapia podría ser promisoria, si bien aún está en fase experimental en adultos.
Péptido 1 similar al glucagón
El péptido 1 similar al glucagón (GLP-1) es un péptido secretado por las células L endocrinas del intestino delgado. Forma parte de las hormonas peptídicas gastrointestinales integrantes del grupo de las incretinas. Su primera función conocida es la estimulación de la producción de insulina por las células β del páncreas. Se secreta a la circulación esplénica y portal en respuesta a la ingesta de alimento postprandial. Una vez en la circulación, la GLP-1 tiene una vida media corta (de 1 a 2 minutos) debido a su degradación rápida por la presencia de la enzima dipeptidilpeptidasa 4 (DPP 4).144
Inicialmente ha sido estudiado por sus efectos sobre el metabolismo de la glucosa, al reducir la glucosa plasmática y al mejorar la sensibilidad a la insulina mediante el aumento de su liberación postprandial, disminución de la secreción de glucagón y retraso del vaciamiento gástrico. Efectos adicionales incluyen la reducción de la ingesta de energía, aumento de la saciedad y la pérdida de peso, por lo que se ha usado como tratamiento en la DMT2 y se ensaya en el tratamiento de la obesidad extrema.145 En otros estudios se ha demostrado que existen receptores para GLP-1 en los hepatocitos humanos y se ha planteado su participación en el metabolismo de los lípidos reduciendo la esteatosis hepática.146
En pacientes con DMT2 tratados con análogos del GLP-1 a los cuales se les realizó resonancia magnética, se ha demostrado disminución progresiva del depósito de lípidos en el hígado y disminución de GLP-1 o aumento de DPP 4 en biopsias hepáticas en pacientes con esteatosis hepática.147
Se han experimentado las acciones de los agonistas de los receptores de los GLP-1, como las exenatida y liraglutida, y los inhibidores de la DPP 4 (sitagliptina, sexagliptina y linagliptina), en su papel de disminuir la esteatosis en individuos con infiltración grasa del hígado. Por lo tanto, se necesita mayor conocimiento en cuanto a su real efecto sobre el metabolismo de los ácidos grasos. Es necesario diseñar estudios clínicos en niños que evalúen tanto la mejoría de la esteatosis como la esteatohepatitis y los posibles efectos secundarios para poder recomendar su uso.
Conclusiones
La obesidad en niños y en adultos se ha convertido en una pandemia cuya consecuencia inmediata es el depósito de grasa en el hígado, a tal punto que se ha convertido en la primera causa de hepatopatía tanto en adultos como en niños. Al contrario de Estados Unidos, en Latinoamérica se desconoce el comportamiento epidemiológico de la EHGNA/EHNA y por lo tanto no es posible la iniciación de las acciones correspondientes para contrarrestar un problema de salud pública muy grave y creciente. El conocimiento de su patogenia y los factores que inciden en su desarrollo con su alarmante incremento, son el paso para tomar las primeras decisiones: reconocer el problema y los factores desencadenantes, e implementar los estudios multicéntricos que nos permitan medir la prevalencia e incidencia para iniciar las acciones preventivas de un problema, tan desconocido, como que su desarrollo no solo se da al poner en juego los factores genéticos y los epigenéticos en el curso del crecimiento del niño y su transición a la edad adulta, si no también, su presencia desde la época del desarrollo embriológico, como recientemente se ha descrito.148 Significa, para el colmo de nuestro desconocimiento, que nos estamos enfrentando a una enfermedad que se puede originar desde el comienzo de la vida in útero.149-151
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Correspondencia: Fernando Sarmiento Quintero
Correo electrónico: fsarmientoq@unal.edu.co, fesarq@hotmail.com
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