En memoria del profesor Osvaldo Manuel Tiscornia

(16 de noviembre de 1927 – 11 de julio de 2022)

María Inés Vaccaro1, 2 ID· Fabiana López Mignorance1, 2 ID

1 Universidad de Buenos Aires, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular (IBIMOL-UBA-CONICET).
2 Universidad de Buenos Aires, Hospital de Clínicas José de San Martín, Programa de Estudios Pancreáticos.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

Acta Gastroenterol Latinoam 2022;52(3):294-296

Recibido: 24/08/2022 / Aceptado: 18/09/2022 / Publicado online el 29/09/2022 / https://doi.org/10.52787/agl.v52i3.247

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La noche del 11 de julio, a los 94 años, partió el profesor Osvaldo Manuel Tiscornia. Nos dejó su legado de ideas de incansable pensador, su pasión por el conocimiento, sus enseñanzas profesionales y sus consejos de vida. Lo recordaremos con mucho cariño, como uno de los grandes maestros de la Medicina, Profesor de la Cátedra de Anatomía, fue un excelente gastroenterólogo y científico. El Dr. Tiscornia creó y dirigió hasta su último día el Programa de Estudios Pancreáticos del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires. Allí, sus discípulos aprendimos mucho de sus innumerables aportes científicos y descubrimientos sobre la fisiopatología de las enfermedades pancreáticas. Osvaldo Tiscornia fue, por sobre todas las cosas, un médico sumamente humano, querido y admirado por sus discípulos y colegas. Lo extrañaremos.

Desde el primer día en la Universidad de Buenos Aires, Osvaldo se destacó como un excelente alumno. Aprobó el examen de ingreso con el Prof. Bernardo Houssay, quien luego ganaría el Premio Nobel. Ingresó al curso de anatomía del Prof. Cirio y rápidamente fue designado ayudante de cátedra, distinguiéndose tanto en la disección como en la representación en láminas de las regiones anatómicas para su estudio. Desde el inicio, en los sucesivos exámenes obtuvo las máximas calificaciones, logrando como promedio final de su carrera 9,57. Fue practicante en el antiguo Hospital de Clínicas, donde hoy se sitúa la Plaza Houssay. Luego estuvo a cargo de la sala 1 del mismo hospital y allí fundó el primer “laboratorio de exploración gástrica”, siguiendo el concepto de que el tipo de gastrectomía que se empleaba debía ser el fruto de una exploración funcional secretoria. Obtuvo una beca de la Universidad de Buenos Aires entre 1953 y 1962, que le permitió obtener su doctorado en Medicina en 1958 con el trabajo “Cáncer de Páncreas”, sobre la base de 150 casos del Instituto de Clínica Quirúrgica. Entre 1958 y 1960 logró también el título de Médico Legista y, consecutivamente, el título de Médico Laboral.

En 1962 ganó una beca externa de la Universidad de Buenos Aires que le dio la oportunidad, apadrinado por el Dr Marcelo Royer, de incorporarse al equipo de David Dreiling en el Hospital Mount Sinai de Nueva York. Allí, como fellow in experimental surgery, dirigió el laboratorio de exploración funcional gástrica y pancreática donde se desarrolló el test de secretina para la exploración de la función pancreática. Este estudio fue por mucho tiempo el ensayo de oro para evaluar la función pancreática exocrina. En el Mount Sinai, Tiscornia inició la experimentación en caninos. Las primeras experiencias en animales fueron realizando trasplante de páncreas. Con la llegada del equipo de microcirugía, iniciaron estudios para la reconstrucción del conducto excretor pancreático, lo que permitió recuperar la capacidad secretora del páncreas, recolectando en la luz intestinal el jugo pancreático, incluso, en algunos casos, a cifras por encima de los valores controles. Estos resultados fueron presentados con gran éxito por Tiscornia, Dreiling y Thomas (el creador de la cánula que lleva su nombre) en la Academia de Cirugía de Nueva York.

Posteriormente, su carrera como investigador lo llevo a Europa en la década de 1970. En su exitosa estadía en Francia, trabajó en el Institut National de la Santé et de la Recherche Médicale (INSERM) – Unité de Recherches de Pathologie Digestive, de Marsella, dirigido por el profesor Henri Sarles. Allí participó en la identificación de los precipitados proteicos en páncreas de pacientes con pancreatitis crónica calcificante, cuyos resultados fueron publicados en 1974.

A inicios de la década de 1980, Tiscornia regresó varias veces al Mount Sinai de Nueva York. Tuvo la oportunidad de participar de la primera reunión de la International Association of Pancreatology junto con David Dreiling, Orlando Bordalo y Parviz M. Pour. Ya en Buenos Aires, en abril de 1985, Tiscornia y su destacado colega y amigo Luis Colombato convocaron a los médicos, cirujanos y científicos argentinos que “amaban el páncreas” para formar el Club del Páncreas de la República Argentina y, en noviembre de ese mismo año, tuvo lugar la primera reunión oficial, cuya comisión organizadora estuvo integrada por los doctores Luis Colombato, Luis Gramatica, Clemente Morel, Jorge Moroni y Osvaldo Tiscornia.

Buenos Aires desde 1984. María Inés Vaccaro

Conocí al Dr. Osvaldo Manuel Tiscornia en 1984. Hacía relativamente poco que el Dr. Tiscornia había vuelto de Francia al servicio de Gastroenterología del Hospital de Clínicas, luego de haber trabajado en el Hospital Santa Margarita de Marsella. Fue apasionante escuchar sus relatos sobre las investigaciones realizadas junto con el Dr. Sarles. Nos contaba cómo lograron demostrar los acúmulos o precipitados de proteínas en los conductos pancreáticos que explican la fisiopatología de la pancreatitis crónica. Estos conceptos son considerados un punto de inflexión en el conocimiento de la patología pancreática. Sentirse parte de sus muchísimas anécdotas, tanto científicas como humanas, era un gusto y a la vez un aprendizaje. Acá en Buenos Aires, el Dr. Tiscornia volvió a ejercer como médico asistencial, a la vez que seguía siendo científico y profesor de Anatomía. Su actividad era intensa por las mañanas en el Hospital de Clínicas y por las tardes en el Instituto de Gastroenterología Dr. Jorge Pérez Companc. Osvaldo Tiscornia fue mi director en el ingreso a la carrera de investigador científico del CONICET. Fue una experiencia tremenda elaborar los proyectos de investigación básica en patología pancreática exocrina a su lado. Su actividad científica y clínica permitían un abordaje traslacional que en ese momento no se conocía en el ambiente científico nacional. Hasta 1994 tuve el privilegio de desarrollar mi carrera científica en su laboratorio. Es así como, además de conocerlo como científico, pude también saber con qué dedicación, deferencia, delicadeza y respeto trataba a sus pacientes, quienes lo consideraban un genio, con toda razón. Aprendí mucho de la relación entre el profesional de la salud y el paciente, solo escuchando sus consejos. Pero su saber no era simplemente por conocer las técnicas de comunicación médico-paciente: Osvaldo Tiscornia conocía profundamente la naturaleza humana.

Asimismo, las largas charlas sobre anatomía, fisiología y neuroendocrinología no tenían desperdicio. Quien quisiera y realmente apreciara su saber podía reunirse con el maestro en uno de sus cafés preferidos a conversar sobre biología, anatomía, medicina, psicología o sociología. Puedo asegurar que Osvaldo Tiscornia era una persona brillante, extraordinariamente inteligente. Lo excepcional de su inteligencia era sus múltiples dimensiones. Tiscornia fue el último anatomista; su conocimiento y comprensión de la anatomía humana y comparada eran únicos, pero también se destacaba como gastroenterólogo, como científico y especialmente como ser humano. Tuve la dicha de homenajear su trayectoria entregándole el “Lifetime Achievement Award” otorgado por la International Association of Pancreatology y el Latin American Pancreatic Study Group durante la reunión conjunta Páncreas 2017.

Tiscornia se mostraba como una persona solitaria y callada. Sin embargo, disfrutaba conversar y contar sus experiencias, y agradecía profundamente el afecto de sus pares, de sus discípulos y de sus pacientes.

Reconozco y recordaré al Dr. Osvaldo Tiscornia como mi mentor, quien guio mis investigaciones y alentó mi trabajo para formar un equipo multidisciplinario de estudios pancreáticos de relevancia internacional. Al querido Dr. Tiscornia todo mi agradecimiento; que en paz descanses.

Buenos Aires, desde 2001. Fabiana López Mingorance

Conocí al Dr. Tiscornia cuando aún era estudiante; me apasionaba la investigación y él me dio la oportunidad de transitar mis primeros pasos asistiéndolo en las cirugías experimentales, en el programa de Estudios Pancreáticos del Hospital de Clínicas. Su mente brillante buscaba dilucidar los mecanismos fisiopatológicos de las patologías pancreáticas reproduciéndolas a nivel experimental. Su investigación dio lugar a presentaciones en congresos, publicaciones en revistas internacionales y muchas tesis doctorales, entre ellas, la mía. Comprobó los efectos benéficos de distintas denervaciones y demostró la eficacia de instilar anestésicos locales en el esfínter de Oddi para cateterizar el conducto pancreático. Su cara se iluminaba cada vez que contaba sobre su trabajo en Francia con el equipo del Dr. Sarles, buscando dilucidar un mecanismo que explicara la pancreatitis crónica. Narraba con mucha emoción:

“…Sentí una inmensa alegría cuando vimos que, por la sonda, salían los ‘bouchon de protéine’”, ¡tan esperados! ¡Sarles finalmente había comprobado su teoría! Nos invitó a todo el laboratorio, lo seguimos por esos hermosos caminos de la ‘provance’ hasta un restaurante en un pueblito donde festejamos un hito en la historia del estudio del páncreas…”.

Tenía múltiples habilidades e intereses, amaba la música clásica, Huracán tenía un lugar en su corazón, dibujaba con excelencia el sistema digestivo, y en particular el páncreas, realizaba los dibujos a mano alzada de todas sus publicaciones. Cuando daba clases de Anatomía era un lujo ver su arte con tiza en el pizarrón.

El Dr. Tiscornia era una eminencia como médico e investigador y un ejemplo en el trato humano que daba a sus pacientes. Para él era un desafío descubrir el entorno que rodeaba a la patología que aquellos presentaban. La anamnesis es la clave, explicaba, para obtener un diagnóstico certero.

Fue un honor formarme con el Dr. Tiscornia, quien, junto con Dr. Negri, compartieron la dirección de mi tesis doctoral. Les estoy muy gradecida a ambos por los proyectos compartidos, por estudiar la interrelación entre el páncreas endocrino-exocrino, por enseñarnos que distintas disciplinas pueden trabajar juntas cuando hay un fin común. Gracias por alentarnos siempre a seguir adelante. Lo recordaré con mucho cariño al profesor Tiscornia, que Dios lo acompañe.

En 2017, durante la reunión conjunta de la International Association of Pancreatology y el Latinamerican Pancreatic Study Group que se realizó en Buenos Aires. El profesor Tiscornia fue homenajeado por su trayectoria con el “Lifetime Achievement Award”. Dr. Osvaldo Manuel Tiscornia, que en Paz descanse.

Acta Gastroenterol Latinoam 2022;52(3):294-296

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